Quizá llevo demasiado tiempo sin escribir y sin publicar y es por ello hoy delante del teclado me siento algo oxidado. Esto no es una excusa, es más bien mi compromiso con la profesión lo que me hace volver a ponerme aquí delante, no sin plantearme que me vuelvo algo indigesto más que por incómodo, por repetitivo (hemos dicho esto taaantas veces).
Algo desconectado de las movidas enfermeras «dospuntocéricas», pero sin perder la estela de aquellos que marcan el camino y hacen verdaderamente visible la enfermería, siento que la enfermería se hace visible pero muy poco a poco. Demasiado despacio para lo que a algunos nos gustaría, pero siendo optimista pienso que para bien o para mal vamos avanzando en nuestro cometido de que la sociedad nos conozca.
Sin embargo, en el grueso de la profesión pienso que esto no es así. Apenas un mínimo porcentaje de la profesión se siente involucrado para bien o para mal en lo que significa avanzar a nuestra profesión, como ya hemos dicho en muchísimos foros, somos un colectivo de mucho quejarse en el pasillo y poco de hacer algo para cambiar las cosas.
Falta tomar conciencia profesional y valorarnos realmente por lo que somos y no por lo que los demás piensen o perciban de nosotros. No es cuestión de hacernos visibles como colectivo, creo que en el autoreconocimiento profesional está la herramienta de la visibilidad, presentándonos a nuestros pacientes como lo que somos, demostrando aquellas compentencias que tan a gala llevamos en la teoría (que luego en la práctica no tanto), aplicando nuestra base científica sobre esos cimientos de humanización que tan intrínsicamente llevamos incrustados en nuestros genes. Y entonces no hará falta nada más….como arte de magia seremos reconocidos, reconocidos como aquellos que son nuestros referentes y que vemos desde la distancia como modelos a seguir y que no hacen otra cosa que ser ellos mismos, sin forzar el gesto, con toda la naturalidad y seguridad que te aporta el conocimiento propio.
Seamos serios, ninguna iniciativa nos hará visibles, más allá del momento anecdótico. En todas las profesiones existen buenos y malos profesionales, los buenos brillan con luz propia y los malos «brillan» por otros motivos, pero el ser enfermero se demuestra día a día, con cada gesto, con cada atención, con cada cuidado, cada vez que realizamos una cura basándonos en la evidencia, cada vez que damos atención a un paciente terminal y también cada vez que decimos aquello de «eso pregúntele a su médico». Cada comportamiento nos expone como somos, y la credibilidad se la tiene que ganar cada uno, no se puede decir que la enfermería tiene un gran nivel competencial persé, cada uno tiene un nivel y es responsable de desarrollarlo aunque las condiciones que le rodeen no siempre sean las óptimas.
Por otro lado están nuestras élites enfermeras, que son las que deberían encargarse de pelear por que todos las enfermeras puedan desarrollarse al máximo de lo que cada una quiera y no que se vean sujetas a condiciones que no se lo permitan,….pero eso mejor lo dejamos para otro post.
Hay chapas que la Enfermería debería llevar tatuadas…#YoNoPaso
Carlos Núñez
@carlosnunezo